Canciones incluidas


Tengo algo que decirte (1993)
Matices (1996)
Album de instantes (1996)
Estoy deseando que le cambies por mi (1996)
Pasaba una paloma (1996)
Alma (1996)
Gatos abandonados (1996)
Elegía a tu padre (1999)
Rosa y espina (1996)


He retocado todas las canciones y, quitando "Gatos abandonados", las he dejado todas solo con guitarra y voz. Para escuchar todas las canciones seguidas (en distinto orden), seguir este enlace

Album de instantes (1996)

Fue un día especial. Nunca se me olvidará.

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¿Por qué me gusta que me cojas por detrás
al juntarnos después de tanto tiempo?,
¿por qué me deja así -borracho-, que digas
que me has echado de menos?.
Si sé que no daría la talla
intentando taparte con la sábana?.

¿Por qué te quiero infiel y libre?,
¿por qué me conformo con una vez que me deseaste?;
¿por qué unas veces quisiera protejerte
y otras siento que intentas que nada me pase?.
Entiendo que soy posesivo a mi manera,
pero no consigo que tú me entiendas.

No sé quién soy,no se qué es lo que doy,
pero esta tarde sigo tu camino
hurgando en mi cerebro...

¿Por qué contigo sí valió la pena Toledo?,
¿por qué esas imágenes no se quieren marchar?;
¿por qué a tu lado la verbena fue hermosa?,
¿por qué la limonada no supo ni sabrá igual?.
Si las cosas luego no fueron de ese modo
en que se supone deben ser... No sé.

Voy haciendo un álbum en mi mente;
son fotos, palabras, reflejos del sol
que quisiera tener, que temo perder,
que temo encontrar en su lugar alguna vez.

¿Por qué me gusta que me cojas por detrás
al juntarnos después de tanto tiempo?,
¿por qué me deja así -borracho-, que digas
que me has echado de menos?.
Si sé que no daría la talla
intentando taparte con la sábana?.
(Mayo 1996)

Matices (1996)

Esperaba, deseaba, pero no sabía qué esperaba ni qué deseaba ni qué quería ella.

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Siempre que te siento cerca de mí
siempre acabas interponiendo alguien entre tu y yo;
como si temieses nuestro encuentro,
tal vez que tú me quieras,
tal vez que yo te pierda.

Quizá temes que al tenernos nos perdamos
y es que yo también a veces siento así;
tal vez que yo me engaño
y que me estás usando
para que se fijen en mí.

Carteles desencajados cuelgan aún;
nos sabemos desenfocados en la multitud.

Siempre que te siento lejos de mí
siempre acabo recriminándote que sea así;
como si dudase de estos años,
de que tú me quieras,
de que yo te quiera.

Cruzo días como calles sin luz;
sigo rastros de naufragios y allí estás tú;
imagino que estás lejos
siento que terminaría
envuelto en neblina.

Carteles desencajados cuelgan aún;
nos sabemos desenfocados en la multitud.

(Junio 1996)

Tengo algo que decirte (1993)

Primer encuentro, primera marcha.

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Cada día te levantas, te acercas a mi mesa;
con tu voz de Lauren Bacall me pides que te invite a café;
me levanto -¡cómo no!-, cierro mi carpeta,
me voy contigo hacia la máquina del café por cuarta vez.

Allí inventamos el tiempo sin conciencia
para hablar de tus cosas, de las mías, de las nuestras,
y estiramos ese rato que nos pone a salvo
de la bruma mental que nos obliga a desconectar.

Aún recuerdo ese momento en que, sin darme cuenta,
al cabo de dos años de saludarte al pasar,
me crucé contigo en medio de un sueño a medias,
bajo los tres soles que se quisieron juntar una vez más.

Los dos necesitábamos de alguien que escuchara,
como un duende en un bosque al atardecer;
y allí esta sociedad quedó fundada,
con el solo rito de aquel primer café.

Y ahora te marchas;
tus ojos dicen lo que tu boca calla;
tú no confundes noche y mañana;
cuando te encuentres sabrás lo que buscabas,
una luz blanca quizá...

Creo que falta que se rompa algún plato,
pero no dudo de que tu tiempo llegará,
y veré cuando te sientas dueña de tus pasos,
como poco a poco tu vida cambiará.

Estoy aquí sentado, en este andén descolorido,
pensando a cada rato que aún tengo que crecer
y te veo a lo lejos desde mi sitio;
eres un tren que se acerca, ya está aquí, ya se fue.

Y ahora te marchas;
tus ojos dicen lo que tu boca calla;
tú no confundes noche y mañana;
cuando te encuentres sabrás lo que buscabas,
una luz blanca quizá...

(Octubre 1993)

Elegía a tu padre (1999)

Siempre se van demasiado pronto.

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Aventurero del desierto de esta vida sin sentido
en que te desenvolviste como bien pudiste,
dinos adios con la mano en el ala de tu sombrero,
mientras la bruma te oculta y se aleja tu velero.

Te quisimos mientras coincidimos contigo;
quizá no lo supimos, quizá te los dijimos;
no nos guardes rencor por aquellos desmanes,
quién creería entonces que ibas a marcharte.

Nos portamos como compañeros,
a veces hombro con hombro,
a veces frente a frente;
agarrados a tu cinto
pasamos los tiempos duros
pasamos todos los tiempos.

Entonces unos días llovía y otros lucía el sol,
mirando hacia adelante tú nos enseñaste;
y hacia adelante miramos ahora que partes;
ahora que dejas el testigo nos toca relevarte.

Sí, ya sabemos que volveremos a encontrarnos;
en otro lugar y tiempo, si es posible el reencuentro;
hasta entonces bandearemos los escollos con entereza;
hasta entonces buscaremos, persiguiendo tus huellas.

Nos portamos como compañeros,
a veces hombro con hombro,
a veces frente a frente;
agarrados a tu cinto
pasamos los tiempos duros
pasamos todos los tiempos.

Te llevas nuestros presentes insustanciales:
la sonrisa y la furia, la luz y la penumbra;
son para que no pierdas la memoria,
para que no nos saques de tu memoria.
(1999).

Gatos abandonados (1996)

Se acercaba siempre a consolar y a ayudar a quien lo necesitase.

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Como a gatos abandonados
los va recogiendo en sus brazos,
machacados y sin rumbo, como ciegos,
corazones todos enfermos.

Un genio sin su poco de amor
aterrizaría entre paredes acolchadas
tras gritar su canto lúcido
como un pensamiento, como un testamento.

Hay heridas tan profundas
que no se pueden curar;
sólo se pueden tapar las vías
con palabras, sonrisas y caricias
de sus manos.

La vida parece hecha a medida
hasta que un dia cae la cortina
y la casa se derrumba sobre uno
y echas de menos el amor de ayer.

Hay heridas tan profundas
que no se pueden curar;
sólo se puede echar tierra a la pena
de no haber podido retenerla
en tus manos.

(Junio 1996)

Estoy deseando que le cambies por mí (1996)

A pesar de estar él y de no querer inmiscuirse, uno espera que ella lo elija y que dé el primer paso.

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Te oigo y sonrío
y no permito
que por mis labios
los anhelos me delaten.

Y me hablas de él
de su errores
y yo le excuso
para no traicionarme.

Porque estoy deseando
que le cambies por mí.

Y hay momentos
en mis pupilas
que no resisten
mirar tus sentimientos.

A veces cobardes
mienten mis ojos
pequeñas mentiras
que me van empobreciendo.

Y es que estoy deseando
que le cambies por mí.

(Septiembre 1996)

Alma (1996)

¿Cómo demuestran muchos su poder y su dominación?

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¿Por qué te escondes mi niña, 
quién te ha hecho daño?
¿quién intenta matar tu ángel
para que no vuele alto?

Escondes tu alma entre tus manos,
no las abres por nada
y luego, a escondidas,
besas vacías tus palmas.

Dime, pequeña alma,
¿qué puedo desde aquí abajo
para que llores de felicidad
y tu sonrisa roce mi mano?.

A veces tu alma quisiera
salir de ese cuerpo herido;
volar por sobre las copas,
dejar el bosque junto al río.

Tus labios no dirán, tus pies
caminan temerosos
necesitas taparte con algo
para poder cerrar los ojos.

Dime, pequeña alma
¿qué puedo desde aquí abajo
para que llores de felicidad
y tu sonrisa roce mi mano?.

(Diciembre 1996)

Pasaba una paloma (1996)

Llegó a mi vida entre dos instantes importantes de mi vida. Se fué, volvió, de nuevo marchó y volvió transformada...
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Pasaba una paloma; me detuve a ver su vuelo;
por un instante fue llama pasando junto al sol
y luego, en la distancia, las alas desplegadas,
ralentizadas en el cielo, iban diciendo adiós,
iban diciendo adiós.

Seguí haciendo camino, perdida toda prisa;
seguí, tejiendo recuerdos, hurgando en mi mañana;
pero ese día no lo olvido, porque juraría
que esa paloma me dijo algo en su mirada,
algo en su mirada.

Paloma blanca, paloma blanca,
quizá aún encuentre de nuevo esa llama;
paloma blanca, paloma,
tus alas dicen lo que calla tu boca.

Recorro esas calles, buscando por las nubes,
mirando entre geranios y sábanas blancas;
hay ciento de palomas que cruzan en el aire;
ninguna es la mía; esa no volverá,
esa no volverá.

Paloma blanca, paloma blanca,
quizá aún encuentre de nuevo esa llama;
paloma blanca, paloma,
tus alas dicen lo que calla tu boca.
(Mayo 1996)

Rosa y espina (1996)

A veces resultaba muy dura. A veces me parecía demasiado intransigente con la debilidad. 

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Gracias por no dejarme dormirme
por poner luz a mi cerebro
por hacerme sentir que el invierno
forma parte de la elipse.

Gracias por mostrarme diariamente
que la vida no es justa, que la vida no es sabia
que cuando el dia se acaba
somos nuestros propios jueces.

Pero por favor ¿puedes dejarme
la caricia de la primavera,
el aroma y la luz primera
que se anuncia entre los árboles?

Por favor, dame un minuto
para ver volar la risa de los niños,
de mis mayores, de mis amigos,
que hacen rodar mi mundo.

Gracias por mostrarme simplemente
a qué lado del camino está mi casa,
y que la honestidad, lejana patria,
no se alcanza fácilmente.

Pero por favor ¿puedes dejarme
la caricia de la primavera,
el aroma y la luz primera
que se anuncia entre los árboles?

Por favor, dame un minuto
para ver volar la risa de los niños,
de mis mayores, de mis amigos,
que hacen rodar mi mundo.

Quiero la espina pero también la flor,
quiero también alegría, no sólo dolor,
he nacido para bien y para mal
quiéreme para reír y para llorar.

(Diciembre 1996)